Tú duermes plácido y no eres
testigo de la batalla que tengo conmigo misma. Una lucha entre susurrarte que
te amo y el miedo de que la más leve expresión de sonido llegue a despertarte.
Me enamoras y ni siquiera eres consciente.
Me tienes contemplándote, diciéndole a mis ojos que eres el ser
más bello de la tierra.
ES QUE NO HAY VUELTA ATRÁS. LO HAS HECHO.
Estoy enamorada, pérdida y tú ni te molestaste en planearlo.
Dime como lo haces. ¿Cómo logras cerrar los ojos y sumergirme en
el insomnio más grande? ¿Cómo logras descansar de éste mundo y dejarme a la
deriva de tu respiración en mi cuello?
¿No te das cuenta que me adhiere más a ti? Me cautiva, me engancha
y me encadena.
No lo pensaste y ahora soy tuya. Ganaste con la jugada más simple
jamás vista.
Tú no lo sabes, pero para mi cuerpo frío tener tu cálida
respiración es el mayor regalo de los dioses.
Me enamoraste, está dicho. No hay más.
Lo único que pido es tu aire, ese que emerge de ti, que me ayuda a
vivir. Lo pido para mí, cada noche, cada día, cada semana, a través del tiempo.
Dayana M.
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