Palabras a lo que un día fue | Pensamientos

Santo Domingo.

¿Cuándo fue la última vez que fui?
No lo recuerdo con exactitud, solo sé que fue hace muchos años. No menos de diez.
Sin embargo, antes de eso iba mucho. Cada temporada de vacaciones estaba lista para hacer mi maleta e ir a disfrutar de la naturaleza y la compañía de mis abuelos.
Aunque iba mucho, cada ocasión era como si fuera la primera vez. Disfrutaba como quien conoce el lugar más maravilloso.

Amaba caminar entre plantas, amaba dormir en una casita de caña, amaba trepar árboles. Amaba ser yo y natura.

Amaba, sí, en tiempo pasado. No porque haya dejado de amar todo eso, por supuesto que no.
Es porque ha pasado mucho, que ahora solo me queda decir:

Amo, amo todos esos recuerdos.
Anhelo, anhelo volver a vivirlos.

No importa que aquél lugar haya sido el fiel espectador de mi fobia más grande.
No importa eso, no importa nada.
Quisiera volver.

Volvería a aquella casita de caña, volvería a ese lugar creado por los dioses aunque en cada viaje tenga que ser la protagonista dónde una serpiente con mucho amor quiere acariciar mi pierna.
Que me pique, que me envenene si es necesario, pero que nadie me quite la oportunidad de volver algún día... o por piedad, que nadie me quite el recuerdo ni la esperanza.

¿Por qué? ¿Por qué este lugar?
Existen tantos, lo sé. Unos más hermosos que otros.
Pero mi pasión casi desenfrenada por este sitio va más allá de su belleza, va más allá de su cultura, más allá de su gente.
Radica en la añoranza.
Almas de hombres que no volverán.
Uno que me dio un apellido y otro que le dio uno a él.

Cuando fui por primera vez lloraba por estar lejos de mi madre y me acurrucaba en los brazos de mi abuela.
A día de hoy estoy con mi madre y tengo a mi abuela, pero, quisiera ir a llorar la ausencia de mi padre y desear un abrazo de mi abuelo.

Ha pasado tanto tiempo y no he ido... tal vez por cobarde. Por miedo a enfrentarme de lleno con los recuerdos más felices y sumergirme en la infelicidad más grande.
Sí, me da miedo empañar esos momentos.
No sé qué espero, no quiero que sea tarde. No quiero que de dos el número se convierta en tres.
No quiero.

Dicen que cuando alguien muere, este recoge sus pasos... eso dicen, no lo sé.
Pero yo quiero ir y recoger mis recuerdos. O quizás, tan sólo quizás lo que en realidad quiero es liberarlos.
Liberarlos, verlos, ser feliz, hacer feliz, que me hagan feliz. Honrar la vida.

Este iba a ser un escrito alegre, pero teniendo el lápiz en mano lo que salió de mí fue la desembocadura del dolor que me niego a sentir, pero que me pide intente darle paz a través de las palabras.

Santo domingo querido.
Masache querido.

Te amo.
Dayana M.

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